viernes, 21 de marzo de 2008

Viejo Continente

Hola Familia!
Primeros días en Barcelona.
Después de cuatro días muy intensos, con el alcohol de compañero logré que la separación de mis queridos hermanos y primos sea mas llevadera.
La bienvenida fue extraña. Algunas cosas cambian, viejos cambios se acentúan, otras cosas siguen como siempre. Alguna gente bien, alguna gente mal y alguna gente, también, como siempre.
Como levantarse sin la posibilidad de que suene el teléfono y la voz de Mimí sólo diga Clo Clo? Es raro no tener que rastrear por la ciudad (por alguna fiesta desenfrendada) a la inquieta Lila. Pienso mucho en si Paul podrá superar su adicción a los caramelos de anís y a su agenda alocada de galán de antaño. No quiero ni pensar que Jean e Inesita pueden estar hechados en las hamacas del campo de Chunchuna, abrazados por los rayos de sol de un verano que se acaba en breve, o que Marité se este embarcando, cámara en mano, en una nueva cruzada para intentar salvar al mundo.
Acá en Barcelona pareciera que la gente juega a ser cada vez mas sofisticada, sin fijar la atención en la escencia de las cosas y las personas.
Si, dirán "Claudio volvió al absenta". No lo niego, pero es cierto que la abuela Stella Maris nos habló mucho de esencia esas noches cuando cuidaba de nosotros y disfrutaba citando a Dorian Gray. Hoy es un día donde el licor, las sustancias y el tabaco nublan mi mente asique me dejo llevar fácilmente. Entiéndanme.
Mañana parto a Berlín, la tierra del abuelo Helmut. Trataré de encontrar sus pasos. Trataré de seguirlos.
Un beso a cada uno de ustedes.
Los quiere,
Claude.

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